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"Alba para Gabriel" de Lourdes Cabrera, comentarios de Javier Enrique Paredes Chi

Javier Enrique Paredes Chi

Fiat Lux



Si alguien me preguntara qué características definen a la Posmodernidad, diría que su esencia reside en la derrota de los universales, esos fallidos proyectos de organización y equilibrio estable; lo que el filósofo Jean François Lyotard llama la muerte de los grandes relatos.


Lyotard considera que son cuatro a lo largo de la Historia: El Cristianismo, el Marxismo, la Ilustración y el Capitalismo. Tales discursos de poder han fallado en su búsqueda de garantizar un orden perfecto para los seres humanos. Se erigieron como enormes edificios utópicos, pero sus cimientos no han tenido la suficiente fuerza para evitar que la mínima perturbación oscilante los agriete y derrumbe cual frágiles torres de Babel.


La esfera del sentido absoluto que la imaginación de Jenófanes convirtiera en Dios, esa idealizada esfera de Platón y Plotino, después de la efervescencia determinista en el Renacimiento, fue derrotada por la omnipresencia del azar, las causalidades no lineales, la relatividad del espacio-tiempo. No sin razón, la metáfora del Barroco ha sido la perla irregular, símbolo de las fuerzas eróticas y tanáticas en nuestro interior que, como bien afirma David Hume, no es un yo permanente.


Entre las propuestas artísticas de la Posmodernidad se encuentran obras literarias que deconstruyen la cultura, cuestionan la tradición, el canon de Occidente, se atreven a experimentar con el lenguaje, buscando provocar inquietudes críticas en los lectores. Los cambios de paradigma en las ciencias han impelido cambios en las estructuras líricas y narratológicas, originando composiciones híbridas, eclécticas, polifónicas; textos que exploran el universo de construcciones sintácticas y semánticas. Ejemplo claro de ello es el poemario “Alba para Gabriel”.

La primera parte, titulada “Sujetos subalternos”, es una representación del mundo gobernado por los poderes fácticos, esos jerarcas que, en lo secreto, en su departamento de planeación, donde está prohibido el paso para nosotros, buscan excitarse/ al trazar un diseño para sus manuscritos. Esos versos simbolizan el statu quo mundial, el hecho de que unos pocos individuos sean propietarios del mayor porcentaje de riquezas. Por medio del condicionamiento mercantilista, dichas hegemonías, los grandes monopolios transnacionales, nos venden, más que un producto o servicio, la ilusión del bienestar trascendente.


En esta época post orgánica y post analógica, el panóptico orwelliano de las redes sociales y el internet de las cosas reduce la distancia entre los individuos conectados. Inclusive, en la teoría matemática de grafos, esa medida entre uno y su más lejana otredad son seis grados de separación. Para expresar estas tendencias en el comportamiento humano, la autora escribe: este griego talón/ desnudo /es un perro de pavlov que sin horóscopo de ruta va tras algunos síntomas:/ saliva perfume o virus/ hasta reconocer la fina imitación de gucci o de versace.


Lourdes Cabrera dialoga con el pasaje bíblico de la Anunciación, pero invierte los papeles. Al arcángel Gabriel le toca ser quien escucha mientras María profiere su mensaje. Fuera de su contexto judeocristiano, la virgen María, cuya construcción arquetípica nos remite a los mitos de las diosas madre en Oriente y Occidente, en este texto es la voz lírica que representa a la Tierra. A pesar de ser colocada en el nicho de las agendas medioambientales, ha perdido su valor sacro, intocable; ha sido mancillada, utilizada como un maniquí vestido con las modas de cada temporada. Por tal motivo, el verso afirma: los miro siempre/ más nunca mi voto existe.


La Religión es una forma más de negocio, igual que el coaching y los clubs de suplementos alimenticios. En el mercado de la Fe, no es la mano invisible de Adam Smith la que regula las variaciones de la oferta y la demanda, sino las estrategias del comercio ubicuo. Ya no se venden indulgencias como en los tiempos que fustigó Martín Lutero, el cliente busca experiencias hiperbólicas de risas, llantos, convulsiones, glosolalia; en otras palabras, milagros inmediatos que lo alienen, que le hagan olvidar, aunque sea por un intervalo finito de tiempo, sus angustias existenciales. Las sentencias bíblicas se sustituyen por mantras y ejercicios corporales para atraer la prosperidad financiera y la salud psíquica. El sincretismo doctrinal se manifiesta en la fusión del Espíritu Santo y la energía Kundalini; resultado de ello es el espectáculo sensacionalista en las mega iglesias neopentecostales. Los siguientes versos, con cierto tono sarcástico, hacen referencia a estos fenómenos sociológicos.

y puesto que has venido a mí

enviado para ya sé qué viejo asunto de altos negocios

acepto comprar lo que anuncias arcángel mío.


A través de la intertextualidad, la poética de Lourdes toma en cuenta problemas ecológicos que han surgido en la cultura del consumo, la inmediatez y la cosificación; esa tendencia que Zygmunt Bauman denomina sociedad líquida. La autora propone versos que aluden a la teoría del Caos que aporta luces para el entendimiento de sistemas físicos no lineales como el clima y la difusión de los gases de efecto invernadero. Por ejemplo, consideremos los siguientes:


y estas viandas de aleta de tiburón a punto de ser extinguido en los festines que disney brinda desde su hotel de hong kong mientras los niños se complacen buscando a nemo

oh excentricidad veraniega

vacas locas y playas de aceite rasurados arrecifes

no dejan ver el giro de moebius en tu portentosa gana de enfrentarte a lo que han hecho de mí

tus jerarcas

en aquel tiempo de envases retornables

no se advertía aquel vínculo entonces absurdo entre la mariposa y el caos

bajo la épica del copérnico sol

La segunda parte, titulada “Escatológicas”, juega con la polisemia de esta palabra. La acepción teológica y la acepción corporal se entretejen para formar unidades de ritmo, imagen y sentido. Verbigracia, consideremos estos versos, que también son referencia al poema la Tierra baldía, de T.S. Eliot:


se sienta

eleva la mirada y ofrece pujidos anuncia

la salvación por el trueno intuye que lilas putrefactas añoran el canto empolvado


En su retrete sacerdotal, con la postura de la famosa escultura de Auguste Rodin, el arcángel- demiurgo, profiere su homilía. La mierda con la que oficia el rito de la Transubstanciación son los desechos, la ruinas, de las sociedades posmodernas.

La autora realiza un planteamiento metafísico: establece correspondencias entre el cuerpo y el planeta. Las sustancias excretadas retornan al ámbito de las transmutaciones alquímicas. En estos ciclos de transformaciones geológicas y bioquímicas, el yo y la alteridad se vuelven uno en el matraz-retrete-matriz. Su liturgia simboliza la unión de la tierra y el cielo, la boda mística del espíritu y la materia. Muestra de ello son los siguientes fragmentos:

cuya esencia huele

a infinitas multiplicaciones de la misma cosa que es otra

pues todo está en lo que se ingiera” admite el que mira cómo flota

su recién digerida alteridad pero no es tan solo señores

un concepto:

ha de ser transfigurado como las heces de un cáliz


En las últimas dos partes, tituladas “Tan solo por el sorbo” y “La Anunciación del Arcángel” el tono del discurso poético cambia. Lourdes ahora nos muestra a un hablante lírico que expresa estados de templanza. Es una Virgen-Tierra inmersa en una atmósfera oriental de contemplación; la beatitud de quien ha logrado, en el sentido termodinámico y holístico, convertirse en un sistema autosuficiente. No necesita alimentos ni líquidos para obtener energía, para sostener las dinámicas de su organismo.


Su grado de elevación espiritual le permite dirigirse al arcángel para decirle sin titubeos: Y todo lo que estuvo dentro volvía a ser absorbido. Todas las experiencias eran ya suficientes. Mi fortaleza, el aislamiento: la sencillez de ese descanso. Estuve dispuesta. Sellé todos los orificios con mis dedos y las plantas de los pies. Esta Tierra-Virgen no espera recibir y obedecer con abnegación la voluntad divina. Ningún heraldo célico, ninguna doctrina escatológica, ninguna promesa de restauración permanente pueden aportarle más claridad a su existencia. Gaia-Stella Maris es la luz de otro principio, el alba que ilumina las tinieblas de Gabriel.


—Javier Enrique Paredes Chi, 28 de septiembre del 2022

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